¿Qué nos dicen nuestras emociones?
Toda emoción tiene un comienzo, un medio y un final.
Cuando me estoy sintiendo mal, sea cual sea la emoción negativa, es mejor posicionarse respecto a ella, es decir, hay que preguntarse… ¿Qué voy a hacer “ahora” con esto?.
Puedo dejarme llevar por la inercia o puedo decidir hacer algo en ese momento, es un acto de poder sobre mi mism@. Queramos o no la emoción una vez esta en nosotros, estará ahí hasta que finalice. Personalmente prefiero entrar en la emoción conscientemente y respirar “a través” de ella:
- Defino lo que siento realmente, sin protocolos ni palabras bonitas, tal cual, con mis palabras aunque sean malsonantes…me siento jodid@, o rabios@ o incapaz, lo que sea.
- Tomo contacto con la parte de mi cuerpo en la que siento con más fuerza la sensación, sea en el estómago, en el pecho o en otro lugar.
- Me enfoco en ese lugar y empiezo a respirar conscientemente y de forma lenta y profunda, (aunque al principio me cueste un poco, insisto en ello). Respiro con la parte baja de mis pulmones hinchando mi abdomen, donde hay más capacidad pulmonar.
- Espiro el aire lentamente por la boca, como si a cada expulsión de aire estuviese sacando la presión de la zona donde estoy enfocado.
- Continuo hasta que se va la presión, y empiezo a tener más claridad mental, tengo más recursos y mis juicios se relajan.
El juzgamiento y el pensamiento claro no pueden estar a la vez.
A lo uno que se resiste, persiste. Por eso es importante no resistirse a lo que sentimos, pues nos impide acceder a los recursos que necesitamos para encontrar nuevas soluciones creativas en nuestras vidas.
Espero que esto te sirva como me sirve a mí. Ofrécete la oportunidad de practicarlo.
Te mereces lo mejor para ti mism@, no olvides esto.